Entre tanta bazofia televisiva de vez en cuando surge alguna perla cultivada que me recuerda porqué me gusta (o me gustaba) tanto la caja tonta.
Diego Buñuel (sí, el nieto de
su abuelo) traza en
su estupendo documental un brillante
collage de la realidad afgana a través de las historias personales de algunos habitantes...
La crudeza de las experiencias relatadas (mujeres que se autoinmolan ante la impotencia de luchar en vano contra el maltrato de sus maridos, niños con secuelas de heridas producidas por bombas occidentales...) se contraponen con la esperanza y la dignidad humana personificadas en héroes anónimos de la sociedad afgana.
Una de las escenas más impactantes por su crudeza y hondo significado es el testimonio de una mujer, policía, que afirma su irrenunciable compromiso de emplear hasta el último aliento de su vida en devolver la libertad a las mujeres y al pueblo afgano en general (en contra de los talibanes, se entiende), y lo hace con un AK-47 en la mano a sabiendas que ella y su familia están amenazados de muerte por los radicales...
Las dificultades de una parlamentaria que decide abrir el primer gimnasio para mujeres de todo Afganistán, el intento de unos chicos por cambiar la mentalidad de la juventud afgana a través de un programa de videos musicales, o la rocambolesca historia de un ex-combatiente del ejército ruso obligado a convertirse al islam por sus captores, los muyahidín, son algunas de las historias que se entrecruzan en este documental.
Gran trabajo de la
Agencia Capa, que se encuadra dentro de un serie de reportajes con el nombre genérico de
No le digas a mi madre... y que discurren por lugares en permanente conflicto como Colombia, Congo, o el mencionado Afganistán. De lo más recomendable.
También podéis consultar un artículo relacionado
en El País.